Se acercan las fiestas navideñas y en click2words nos disponemos a prepararlas contando breves narraciones ambientadas en esta época del año tan entrañable. Ya lo hicimos el año pasado y cuánto disfrutamos con los relatos tan bonitos que crearon l@s alumn@s que ahora están en 4º de ESO. Como entonces, también en esta edición yo os dejaré mi pequeña gran historia: grande no por sus palabras o imágenes, sino porque me gustaría que fuese un cariñoso homenaje a una de las personas que conozco que más y mejor honran el espíritu de la Navidad, mi padre. No olvidéis que esperamos deseosos muchos comentarios, esta vez en forma de recuerdos de vuestras vivencias navideñas.
El día antes de Nochebuena
Mi padre ha sido recovero, bueno, sería más apropiado decir, lo es todavía: más que una profesión, es una manera de ser que te acompaña mientras vives, que habita en ti y en las almas de todos con los que la has compartido. Como buen recovero, a medida que noviembre avanzaba, mi padre iba reservando entre sus clientes del campo pavos y pavas, para después llevarlos a muchas familias en los pueblos. Bueno, llevarlos, matarlos, y en ocasiones, incluso pelarlos: eso sí que era servicio integral a domicilio.
Nunca olvidaré una mañana, el día antes de Nochebuena, que pasé repartiendo pavos con mi padre. Tendría yo entonces doce años y era mi primer día de vacaciones. Nos levantamos temprano, fuimos a la cochera donde los tenía; los cogíamos por las patas y los íbamos metiendo en el Land Rover -el coche de mi padre siempre ha sido un Land Rover: no podía ser de otro modo, teniéndolo que cargar con ropa de todo tipo, huevos, verduras, hortalizas, ... y pavos para Navidad-. Y una vez lleno, a llevarlos a las casas. Después de dos o tres horas intensas era el momento de lavar bien el coche, había que dejarlo como nuevo para ir a Sevilla por la tarde.
Aparcamos en el solar que había en una de las esquinas de la Plaza de la Encarnación. En los almacenes de la calle Puente y Pellón recogimos todos los encargos que mi padre empezaría a dejar por los campos tras el día de Navidad. Volvimos al coche con varios paquetes y bolsas, los metimos dentro y cuando me disponía a subir mi padre me dijo que todavía no habíamos terminado. El cielo estaba muy nublado por lo que parecía más tarde aún: ¿a qué hora llegaríamos a casa?, pensé yo. Y entonces mi padre me llevó a la calle Regina, repleta de pequeños comercios de cuyos escaparates salían luces tenues y hogareñas, como las de las tiendas y negocios que describe Dickens en su inolvidable Canción de Navidad. Entramos en varios de ellos y nos aprovisionamos de nueces, higos secos, almendras, dulces, y otros manjares propios de las fiestas. ¡Qué bonito estaba el barrio cuando de vuelta al coche ya había anochecido y el alumbrado brillaba en las alturas!, ¡qué feliz me sentía al lado de mi padre paseando por la Navidad!
Siendo ya adulto viví en aquella zona de Sevilla durante cuatro años, por lo que anduve muchísimas veces por la calle Regina, y cada una de ellas, en la calidez del invierno o en los aromas de la primavera, sentí muy vivo el recuerdo de aquel lejano día antes de Nochebuena en compañía de mi padre.
María Dolores Camacho García. Nº4 3º A ESO
ResponderEliminarNavidades sin ti
Todos los años al llegar la navidad mi abuelo y yo nos pasábamos las tardes viendo películas, o series de dibujos animados que el grababa, para después poderlas ver conmigo.
No tendría las suficientes palabras como para describirlo, el era una persona muy fuerte, de constitución delgada, tenía unos ojos azules como el mar, que le hacían un rostro muy agraciado, siempre le gustaba practicar deporte, por lo que era realmente fuerte.
A mí me hacía mucha ilusión por que desde siempre me he llevado muy bien con él, y era el que me llevaba al parque, jugaba conmigo, siempre decía que nada ni nadie nos podría separar.
Unas navidades vino bien temprano a mi casa, y me ayudo a abrir los regalos que con mucha ilusión, siempre los abría junto a él, de hecho siempre me sentaba en sus piernas por que no llegaba a la mesa, y no podía jugar con los regalos.
En noche buena siempre cantaba alegres canciones, y montábamos el belén, que como todos los años, siempre le tocaba arreglar las luces, que iluminaban el árbol y el portal.
Le encantaba arreglar todos los aparatos eléctricos, desmontar ordenadores, le encantaba los temas de electricidad, y tenía una gran cultura, siempre me hablaba de temas muy interesantes, daba gusto conversar con él.
Así pasaron muchas navidades, con la indefinible felicidad que transmitía él, siempre con una sonrisa, y un corazón enormemente bueno.
Pero la navidad de hace 3años cambio del todo, pues mi abuelo enfermo, y su salud se vio fuertemente resentida, no tenía fuerzas para moverse como antes lo hacía, y no compartió la navidad con nosotros, ese año se noto, el no estaba, y sin él se iba la felicidad que llenaba la casa, ver su sitio vacío era como no ver a esa persona con la que siempre estabas segura.
Poco a poco tenía que hacerme a la idea de que el no iba a estar más allí con todos, y eso suponía arrancar lo que llevaba haciendo desde que nací.
Las navidades siguientes, fueron más distintas, por que el ya se había ido, ya no estaba, la enfermedad pudo con él, y nos dejo en febrero del año anterior.
Recuerdo que me desperté con la ilusión de que el vendría como todos los años, y abriría los regalos junto a él, pero él no llego, fui a su casa para ver su sillón vacío, poner el video y no ver nada, ir al parque y mirar el sitio donde el siempre se sentaba y que ya estaba vacío, no sentir como con fuerza sus manos balanceaban las cadenas del columpio…simplemente no verlo.
No poder ir corriendo para decirle ¡feliz navidad, abuelo¡ ya no, ya no podía, ya no era la navidad de todos los años, ya no era la misma felicidad, ya no era nada, era tan solo ver su sitio vacio y recordar los felices que éramos con su presencia.
Recuerdo que esa noche me la pase entera mirando su foto, y hablándole aunque sabía de sobra que él no estaba allí para escucharme como lo hacía antes, y como me hubiera gustado tanto, pero aun así ninguno nos olvidamos de él ningún día, y cumplimos con lo que el quería:
Que fuéramos felices siempre, siempre, pasara lo que pasara.
Cada vez que recuerdo su frase, es como si pudiera oírlo, oír su voz de cerca, y recordar paseando de su mano, lo maravillosas que eran las navidades con él.
David Macías Salado nº12 3ºA ESO
ResponderEliminarUn Sueño de navidad
La noche tenía un Cielo brillante. Las estrellas habían salido en alegres grupos para iluminarlo y advertir y precisar ante los habitantes de la tierra que era la víspera de la Navidad, por lo que nadie podía tener amarguras, ni peleas, ni guerras.
Aquella noche, con mis abuelos, padres tíos tías.., en general, la familia, era un día especial, en el que se acercaba el nacimiento del niño Jesús. Mi familia y yo bailábamos cantábamos, algunos tocaban instrumentos, pero siempre con la chimenea, en la que cuando yo tenía apenas 5 añitos me sentaba con mi abuelo, mi abuelo Manuel, el siempre me decía que era lo mejor del mundo y que si algo me pasara el se moría. Mis dos abuelos, que continúan vivos se los debo todo, porque ellos, la mayor parte que cuando mis padres trabajaban yo me quedaba con ellos. La mayor parte de mi vida la he pasado con mis abuelos y mis padres.
Cuando tenía unos 7 u 8 añitos, mis padres se iban a trabajar y me llevaban a Sevilla con mis abuelos, en el periodo de navidad mi abuelo siempre me llevaba la plaza de san francisco a ver las variadísimas figuritas de belén y los portales, a mi me fabulaban esas cosas. Recuerdo aquellas calles adornadas con árboles de navidad y esas luces que tanto deslumbraban en las que mi abuelo y yo caminábamos cogidos de la mano.
Íbamos de tienda en tienda viendo figuras de belén, y mi abuelo cada día que íbamos me compraba un par de ellas, gracias a dios sigo conservando muchas de esas figuritas a las que aprecio mucho.
Todas las noche como dije antes me las pasaba con él, sentado en su pierna, cerquita de la chimenea en el que me contaba muchas historias de todo lo que podía existir pero cuando se acercaba la navidad me contaba aquellas historias tan bonitas en las que me quedaba dormido en su pierna, sobre su hombro en las que recuerdo que me dormía muy temprano y en las que mis padres me querían despertar pero mi abuelo decía que me dejará dormir, mi abuelo me defendía y lo hacía todo por mí.
Todavía recuerdo la primera navidad que me acuerdo muy bien, aunque era demasiado pequeñito, esa noche mi abuelo y yo nos vestimos de pastorcitos y fuimos por toda la casa recitando villancicos. Por eso mi gran sueño es pasar las máximas navidades posibles con él.
Alfonso Hidalgo Medina 3º A ESO
ResponderEliminarHistoria de navidad
Sevilla. 20 de Diciembre de 1453, Constantinopla a caído a manos de los turcos.
Era una noche fría de invierno, la nubes cubrían la luna y las estrellas, y la niebla dificultaba las vistas por las angostas calles que rodeaban la Giralda. Solo se oía los ladridos de los perros y el viento, que sin piedad azotaba las ramas de los árboles. La gente permanecía en sus casas con las lámparas de aceite encendidas para dar calor y luminosidad a sus frías carnes.
De repente, todo se silenció, parecía que e mismo Dios hubiera callado el silbido del viento chocando contra las fachadas de la gran catedral.
Pero no fue eso lo que fascinó al mundo. Un destello azulado cruzó el cielo haciendo desaparecer las nubes que cubrían el firmamento, derrochando la energía y el sonido de los cañones de guerra, como si el reino de Dios hubiera descendido.
A la mañana siguiente, todos en el mercado se preguntaban lo mismo. ¿Que fue el rayo de luz que arrebató la palidez a aquella noche donde ni si quiera las ratas salieron a nutrirse?. Unos decían que se acercaba el fin del mundo, otros, que satanás había enviado a sus bestias para quemar la tierra, pero solo uno pensó y dijo que el mesías había bajado de nuevo. La gente se hecho a reír como si de una comedia se tratara, mofándose de aquel mendigo que se había atrevió a decir semejante sandez. Que tristes carcajada las que herían el alma del pobre mendigo que fue capaz de usar un poco de su sentido común.
Alfonso Hidalgo Medina.
ResponderEliminarHistoria de Navidad. II Parte
Caía la tarde, cuando el cardenal se disponía a dar su vespertino paseo por el real alcázar, donde le gustaba observar a los pajarillos que se hermanaban a los arboles como el mismo a Sevilla.
De repente se rompió la tranquilidad que la tarde aportaba con la grave voz de un Guardia santo, la guardia del cardenal.
-Eminencia, Eminencia
-¿Que os pasa?
-Hay un mendigo que solo dice blasfemias
. Va diciendo que el señor a descendido
de nuevo a la tierra.
-Mandadlo buscar y traedlo ante mi
presencia.
-Así se ara señor.
La guardia santa salió de inmediato a buscar al mendigo blasfemo para llevarlo al palacio arzobispal. Encontraron al mendigo en una esquina que lindaba con la puerta del archivo de indias, tirado, medio muerto, con las manos en posición de pedir limosna, pero la gente hacía como si no existiera. Entonces murmuró un soldado:
-¿Y a este llaman blasfemo cuando son
ellos los que ni en tiempos de navidad
son capaces de compartir de lo suyo
como manda nuestro señor?
-¿Que farfulláis?. Dijo el capitán.
-Una alegre canción.
Alfonso Hidalgo Medina
ResponderEliminarHistoria de Navidad III Parte
Apunto estaba de caer el ocaso cuando aporrearon la puerta de los aposentos del Cardenal.
-Ya va
-Señor aquí tenéis al mendigo blasfemos. Dijo el capitán mientras estrechaba la mano al Cardenal.
-Y bien hijo. ¿Que vais diciendo por,
que ha regresado el mesías?
- Si eminencia.
-¿Como os atrevéis a decir semejante
blasfemia?. Dijo enojado el capitán.
-Basta capitán. Este hombre no dice
blasfemia, este hombre dice la verdad
que temen nuestros corazones corruptos,
acobardados por que Dios nos juzgara
por no haber cumplido sus preceptos.
Nos hemos olvidado de los que es la
navidad. Es el tiempo de reunirse con
la familia y reír todos unidos,
ayudando a los necesitados, siendo
solidarios y caritativos. ¿Nos os
reunís con vuestra familia vos ,
capitán, para rememorar la venida del
salvador de nuevo?. ¿Por que juzgáis lo
que vos mismo hacéis?.
Este hombre habla de vera. Él es el
mesías que nos a recordado el sentido
de la navidad. Escribiréis una carta en
la que pondréis que el mesías ha
llegado de nuevo y está en Sevilla.
Alfonso Martínez de Góngora 3ºA ESO Nº 15
ResponderEliminarRelato de la navidad
Era la navidad de 010, y estaba toda mi familia, algo poco corriente si tenemos en cuenta los años anteriores. Estaba sentado en una silla apartado de la gente valorando toda aquella situación tan familiar que pocas veces iba a vivir, estaba pensando como siempre hago con un chaleco negro y unos pantalones vaquero de color azul marino, mis favoritos si me atrevo a decir. Os voy a describir una situación que tuve justo el día después de noche buena que ya estaba saliendo con los compañeros que tanto los e cuidado para que al menos me aguanten, un acto heroico pienso, os voy a describir unas de las pocas experiencias que tengo por muchas razones, una de ellas es por el siglo en el que vivo no puedo tener muchas por lo controlados que estamos y la seguridad que hay.
Estaba en un sitio arruinado por el paso del tiempo y por malas personas que venían allí a descargar su furia en cristales, azulejos o puertas por no hablar de los ladrones que robaron todo el metal que había en la casa, ciertamente no se podía llamar a ese montos de escombros tapiado y con vertiginosas alturas, en ese horrible lugar actual antes había sido un hogar para mi familia, concretamente por parte paterna, un lugar donde mi padre tuvo su preciada infancia y que tal malamente había acabado aquello. Antes de navidad o incluso del adviento un compañero de hacía muchos años me propuso un deporte aunque deporte no se considera actualmente dado a las condiciones que se practica, es llamado parkour, un nombre que no había oído en mi vida, mi curiosidad me motivo a practicarlo una sola vez, y otra y otra y otra vez. Me encanto ya que me sacaba de mi penosa y horripilante rutina, me horrorizaba volver a ella y seguí practicando y se me ocurrió a ese lugar que e mencionado antes con tanto esmero, al cabo del tiempo ya sabía algunos movimientos poco complejos pero que subían lo que los médicos llaman para poder explicarlo, la adrenalina, al seguir practicando conocí a gente extraña y con mucha mas personalidad que muchos de mis amigos que había conocido en el colegio, cuyos nombres no quiero mencionar para no verlos implicados en este asunto.
Alfonso Martínez de Góngora
ResponderEliminarII Parte
Un día se nos ocurrió un salto de una longitud de unos tres metros de longitud y unos cuatro o mas de caída y para describirlo tendríais que haber estado allí solo os puedo decir detalles básicos como por ejemplo que estaba en desnivel algo que te daba mucha ventaja en ese lugar y a esa altura, al proponérmelo me negué rotundamente pensando que como un cuerpo tan diminuto podía hacer semejante salto, me lo fueron demostrando hasta que lo acepte con recelo ya que nunca lo había hecho y me asustaba, cuando llego el momento de saltar se me disparo la adrenalina, algo que por mucho que lo intentes tanto tu mente como tu cuerpo no se pueden acostumbras por mucho que tu propia mente te diga lo contrario, al primer casi intento, digo esto por que no llegue a saltar esa vez comprendí una cosa, tenía que desconectar mi mente totalmente o parcialmente ya que sin ella me volvería prácticamente loco, es algo difícil de hacer ya que durante toda la vida la sigues con los ojos cerrados y nunca a tu instinto. La desconecte algo que todavía no se hacer, lo hice instintivamente, en ese momento comprendí que el ser humano no tiene limites, es un ser de costumbre, se puede adaptar a todo con tiempo así que no existía lo imposible, solo llamábamos así las cosas que no llegaba nuestro entendimiento o incluso el mas sabio de los sabios no lo había comprendido, empecé a correr lo que me permitía mi menudo cuerpo y cuando menos me lo esperaba no podía volver atrás ya que mi propia inercia me tiraría hacia aquel vacío que tenia delante de mis propias narices, cogí impulso con todos mis metarcapios de mi pie izquierdo y me avanlazé hacía aquel terror que estaba sintiendo en el corazón, que dominaba mi cuerpo totalmente, en mitad de aquel salto se para el tiempo y sientes como si alguien te dara una patada en la caja torácica tan fuertemente cuidada durante toda mi penosa y corta vida algo que me hacía ir en sentido puesto al que yo quería ir algo muy peligroso en mi situación, me prepare deliberadamente para la caída pero al mirar hacía bajo vi un borde, algo amado mas que a mi propia casa, llegue, mi cuerpo e lo permitió y caí suavemente sobre el suelo con el pie derecho y mas tarde el derecho y agachándome para quitar fuerza al impacto que estaba sufriendo, me levante y vinieron varios a felicitarme aunque yo todavía estaba en shock, esto fue gracias a la sensación tan esplendorosa que sentí en mi hogar y en las futuras fechas de noche vieja y cuentos que me hicieron llorar, durante las navidades me siguió aquella tremenda sensación tan extremadamente añorada hasta el día de hoy
Fue una tarde fría de diciembre del año pasado cuando hablando con mi abuela, empezó a contarme lo que ella y su familia hacia antiguamente.
ResponderEliminarElla empezó a contarme que antiguamente la gente era mas feliz y las navidades se pasaban en familia, sin discusiones, sin malos entendidos... ella me dijo que todo era diferente a todo lo que hoy en día tenemos.
Todo era mas bonito, no había tanto odio y rencor como hay hoy en día.
Que se reunían mas de 60 personas en una casa con niños pequeños y todo era paz.
Pasaban las noche buena cantando villancicos al rededor de una candela comiendo mantecados y se llevaban toda la noche sin parar, sin necesidad de alcohol u otras cosas que hoy en día necesitamos para divertirnos. Ellos eran felices así, cantando y bailando toda la noche.
Luego, el día de navidad casi lo mismo. Todos en familia, comiendo lo que cada uno podía poner en aquellas fechas.
Ella me cuenta que echa de menos todas esas navidades tan buenas. Que ya no es lo mismo, porque las personas que ya no están se echan de menos.
Yo pienso que me gustaría vivir aunque fuese una sola navidad como ella la ha vivo, ya que me gustaría sentir lo que ella sintió en esos tiempo, que ella dice que son inexplicables.
Lucía Hidalgo Vico 3ºESO A/Nº11
ResponderEliminarLas ultimas navidades
Como todos los años, la familia se reúne para celebrar el nacimiento de Jesús, noche vieja, año nuevo etc...
Los recuerdos me vienen a la mente, hace exactamente unos seis o siete años recuerdo esas navidades tendría unos ocho o nueve años. Celebramos las navidades en mi casa, sobre todo la noche buena. Asín que mi padre, mi hermana y yo montamos una semana antes de navidad el portal de Belén lo solíamos poner en una esquina del salón. El belén constaba de tres partes: tenia una cima enorme donde esta el castillo de los reyes magos, a continuación bajaba una gran cascada donde se encontraba debajo en una cueva los pastones con las ovejas y calentadose por que hacia mucho frió, por ultimo se encontraba el poblado que se veía el pesebre donde nacería el niño Jesús. El belén era grande y gran parte lo realizaba mi padre por que mi hermana y yo eramos pequeña para hacerlo asín que nosotras cogimos revistas y hacíamos grandes tiras y realizamos unas especies de cadenas que las utilizamos de decoración, aparte poníamos el gran árbol de navidad con muchísimas bolitas, estrella etc...Y por la noche,cuando llegaba el momento venia mi familia a cenar y celebrar el nacimiento del niño Jesús. La música navideña de fondo y mis primas, mi hermana y yo cantado y bailando. A lo largo dela noche, después de cenar salimos bien abrigadas por que hacia muchísimo frió para tirar petados con ayuda de los mayores. Y cuando llevábamos mucho tiempo fuera salimos corriendo para ponernos al rededor de la chimenea a calentarnos y comíamos de postre el rosco de navidad algunas sin tener mucha gana para buscar el rey mago. Pero aunque todos los años se han iguales, cada año tiene algo especial, para mi este pasado año que te he contado fue el mejor de los años porque se fue pero dejo aquí su amor.Fue la ultima navidad que pase contigo. Que descanses en paz y Feliz Navidad.
Raúl Morillo Ciuciumán nº18 3ºA
ResponderEliminarUn regalo bien merecido
Era diciembre del 2007, se aproximaban las Navidades y aun no nos habían dado las notas del primer trimestre. Yo no estaba preocupado, pues sabia que no iba a tener problemas con las notas y me había portado muy bien tanto en clase como en la escuela.
Pasó una semana y llego el día, la entrega de notas, un día de alegrías para unos y desilusiones para otros, y yo estaba ahí, en mi banca esperando que dijesen mi nombre para ir a recoger las notas. Pasaban los segundos y yo cada vez estaba mas nervioso asta que me nombraron, entonces me levante y temblando fui a recogerlas. Mala fue la cara que puse al ver las notas pues había cateado ingles y no me lo esperaba, aunque ese no era el mayor problema, el gran problema era la respuesta de mis padres.
Cuando llegue a casa me esperaba lo peor, yo pensaba que me iba a quedar sin Navidades, pero al entregarles las notas a mis padres me sorprendí, solo me dijeron: ¡Tendrás que estudiar ingles durante estos días!. Para mi fue un alivio escuchar esto ya que podría ir a jugar con mis amigos, cenar con mi familia el día de Nochebuena, tendría regalos...
Faltaban 3 días para navidad y yo estudiaba y estudiaba ingles, no me gustaba desobedecer a mis padres, pero no pude ir a tirar petardos con mis amigos por que quería terminar el cuadernillo de actividades que me habían mandado antes de navidad.
Al fin llego el día de Nochebuena y como todos los años yo estaba muy ilusionado por las ganas que tenia de disfrutar. Ya había terminado el cuadernillo y me había quitado el peso de encima, lo que quedaba de vacaciones tenia que disfrutarlo. Esa noche cene con mi familia y me acosté muy temprano con mi hermana en la misma habitación, ya que queríamos despertarnos juntos para ver los regalos pero entre tanto hablar y reír eran las 3 y aun estábamos despiertos.
Por la mañana, día de Navidad, nos despertamos con mucho sueño ya que apenas habíamos dormido entre la charla y los nervios. Yo y mi hermana despertamos a toda la familia y bajamos corriendo a ver los regalos. El árbol estaba asta arriba de regalos pero ninguno tenia mi nombre. Me senté en el sofá muy triste y me di cuenta que había una carta en la que ponía mi nombre y fui a por ella, la abrí con esperanza y leí en voz alta lo que ponía: Debes traducir por ti mismo este mensaje y descubrirás donde están escondidos tus regalos, si no sabes traducirla, no los encontraras y te quedaras sin ellos. La frase es la siguiente, “Your presents are under your sister's bed”. No dude ningún segundo, fui a la habitación de mi hermana corriendo y mire bajo su cama. Mis regalos estaban allí me puse tan feliz que corrí hacia mis padres y los abrace con todas mis fuerzas. Mi felicidad no se debía solo a que había encontrado mis regalos, sino que mi esfuerzo valió la pena.
Esta misma historia la repetí mil y una veces en la comida de navidad con mis tíos y abuelos ya que me sentía muy orgulloso de mi mismo. Desde entonces nunca mas he vuelto a catear una asignatura y si lo hago algún día, no dudare en recuperarla lo antes posible.
José María Rodríguez Martínez 3ºA
ResponderEliminarEl mejor de los regalos. (I parte)
José, un chico de 15 años, se encuentra en su cama, reflexiona a oscuras completamente, escuchando música. Es un chico que se considera feliz, pero últimamente se siente diferente, nota que una parte de él se está consumiendo, se va. Sus párpados caen, duerme…
El día siguiente tocaba acudir al colegio, era el día del sorteo de Navidad y todos en su clase hablaban de ello.
La profesora de matemáticas no había acudido hoy a clase, tenían una hora entera para trabajar en cualquier asignatura. Sacó su libro de Física y Química y se concentró en los problemas, de repente su compañera de al lado le interrumpe la concentración con una pregunta: ¿tú que has pedido estas Navidades?
-Pues la verdad es que no lo sé –responde José-
-¿Qué no lo sabes?
-No, no tengo ni idea, llevo un par de mesecitos en los que nada me llama la atención, me noto un tanto extraño– afirma José entre el murmullo general de la clase. ¿Y tú que vas a pedir?
Estrella, la compañera de asiento del chico, parecía que estaba esperando a que le formulara la pregunta porque tardó menos de un santiamén en sacar una lista que ocupaba una carilla de un folio. Comenzó a enumerar:
-El iPhone4, un polo de “Valecuatro”, unas botas que por cierto son “súper monas”, un caballo, un conjunto para jugar al pádel…
Mientras Estrella desarrolla su enorme lista, José piensa. Él también puede pedir regalos, gracias a Dios su familia no tiene problemas económicos. Pero ¿Para qué? Si nada le hace ilusión. ¿Será que ya lo tiene todo?
Por el camino de vuelta a casa varias imágenes se cruzaron en su mente, todas ellas le incitaban a entrar en un lugar concreto de su casa. Abrió la puerta de la entrada y, por primera vez en mucho tiempo, encendió la luz de su habitación, a la cual abandonó hace años y a la que solo acudía a dormir, se dedicó tan sólo a observar. Parecía que nada había cambiado… parecía que todos los pensamientos anteriores perdieron el sentido.
Dos días más tarde llegó la Nochebuena,una cena no muy lejos de lo corriente con sus padres, el resto de su familia se encontraba lejos ya que nuestro protagonista tuvo que mudarse a un pueblo de la provincia vecina hace unos 4 años por motivos de trabajo de su padre.
Eran las 9 de la noche y para matar el tiempo, se dirigió a comprar chucherías al quiosco del barrio. Dio un paseo por la plaza hasta la hora de cenar, golpeó la puerta de su casa...
Todo parecía normal, se tumbó en el sofá a la espera de que llegara la comida y al instante… una cara familiar se interpuso entre él y el televisor. ¡Era su abuelo! No terminó de darle el más fuerte de los abrazos cuando apareció la familia al completo, no podía creérselo. También se fijó en un pequeño detalle, cinco de los miembros portaban una caja, algunas de mayor tamaño y otras pequeñas, pero la curiosidad por descubrir a que venía eso era la misma. Colocaron las cajas sobre la mesa. Y con la mirada, su tía Manoli, le dio permiso para abrirlas.
Comenzó por la de la izquierda, una etiqueta blanca llevaba escrita una letra “M”. José supuso que era por su tía, la abrió…
Dentro de la caja había una “Playstation” , pero no era cualquier “Playstation”, era la suya. La que dejó olvidada en el pueblo cuando se mudó. Con ayuda de ésta, compartió momentos inolvidables con amigos y aprendió gran cantidad de valores, aunque parezca imposible. Recuerda a su padre diciéndole: “vamos, tu puedes, si no lo intentas, no lo consigues”…
José María Rodríguez Martínez 3ºA
ResponderEliminarEl mejor de los regalos.II Parte
Abrió la segunda caja, con la letra “A”, una caja que llevaba en su interior aparte de un regalo, el cariño de su primo Ángel. José desgarró el papel a causa de la impaciencia que lo invadía y ahí estaba, el balón del Betis con el que siempre jugaban en la calle, en casa de su abuela o incluso en el salón si llovía.
Con la “G” el regalo de su abuelo, Gregorio, le sonaba de algo, sí, era ese muñeco de plástico que imitaba a un limón que le compró cuando acudía a preescolar. Casi le saltaron las lágrimas.
La caja de mayor tamaño estaba sellada con la letra “I” y al parecer había sido cortesía de su primo Ismael, que tiene la misma edad que él y al que extraña tanto. Bajo la capa de papel de regalo descubrió una colección de comics de Mortadelo y Filemón. ¡Qué tardes aquellas comentando las aventuras de estos dos personajes!
Y por último la letra “A” que fue entregada en mano por sus padres. Dentro, un cuadro de la familia al completo en la gruta de las maravillas.
Mientras el resto de la familia intercambia sus presentes, José no salía del asombro, los regalos le habían hecho sentir algo que no sentía desde hace mucho tiempo, son regalos materiales pero cada uno de ellos lleva incluida una historia muy importante.
Cenaron en familia, el espíritu navideño flotaba por el salón por primera vez en años. Fue muy especial… esa noche estuvo con las personas a las que mayor importancia daba en su vida.
Al terminar la noche se dirigió a su habitación para dormir, pero encendió la luz, y quedó pensando en la puerta: ¿Por qué el regalo de mis padres llevaba la letra “A”? Pronto descubrió que todas las letras juntas formaban la palabra “Magia” y hacían perfectamente honor a su nombre, ya que desde el día en el que los regalos formaron parte de su habitación, se respiraba un olor, sí, parece que encontró y recuperó lo que se le estaba yendo en su interior…
El recuerdo de su feliz infancia, el mejor de los regalos.
Lea Voss 3ºA ESO
ResponderEliminarUNA NAVIDAD REAL.
Os voy a contar una historia que tiene ya muchos años, pero que aún así sigue en el recuerdo de toda una familia.
Cuando mi madre era pequeña vivía con sus padres y hermanas en Alemania, pero al tener a toda su familia en Huelva venían siempre a España para pasar las vacaciones en familia. Las vacaciones de Navidad eran especiales para toda la familia, ya que en esta época tanto niños como adultos se unen más que en cualquier época del año, porque es una época de felicidad.
En noche buena se reunía la familia de mi abuelo, y en noche vieja se reunía toda la familia por parte de mi abuela.
Un año quisieron celebrar la noche buena en el campo de uno de los tíos de mi madre, el cual era pastor y tenía un campo enorme.
A mi bisabuelo le encantaba estar rodeado de todos sus nietos, por lo que en noche buena siempre se sentaba rodeado de ellos para contarles historias reales o ficticias de otros tiempos, de otras navidades pasadas, o de cualquier hecho que pudiera entusiasmar a los pequeños. Ese año, aunque celebraran la noche buena en un sitio que no les era habitual, esa costumbre no fue diferente.
Tras una larga historia y una cena los niños quisieron hacer una hoguera. Los adultos se encargaron de hacerla mientras los niños jugaban no muy lejos, y cuando tenían la hoguera preparada todos los familiares se sentaron alrededor de ella para cantar villancicos juntos.
Los niños se sintieron como viviendo una auténtica Navidad real, ya que se encontraban rodeados de campo, con alguna que otra casita campestre y animales. Esta fue la Navidad más bonita que recuerdan mi madre y mis tías, porque ellas dicen que para vivir una noche buena llena de alegría y paz no hacen falta cosas de mucho valor, solo con estar unidos basta.
Abelardo Buzon Castro
ResponderEliminar3ªA Nº3
Un día muy especial.
Desde que tengo uso de razón, en mi casa, estas fechas navideñas y de Año Nuevo, siempre han sido un ambiente de paz, armonía y amor. Recuerdo que mi madre desde que comenzaba el día 24 y 31 estaba todo el día al teléfono llamando a toda mi familia y amigos bien cercanos desde las por la mañana para empezar a organizar lo que en la noche sería una de las fiestas más grandes y bonitas que todo el mundo disfrutaba y recordaba siempre cantábamos y disfrutábamos pero sobre todo abundaba la felicidad de la que tenemos la inmensa suerte de disfrutarla y no la aprovechamos...
El día mas especial fue sin dudarlo el 28 de diciembre cuando mi madre me anuncio que iba a salir en la cabalgata de reyes magos en la carroza del rey melchor que era el rey que mas me atraia y me gustaba.
El 2 de enero fui a probarme el traje de paje y a descargar todos los juguetes que harían muy felices a los niños de mi pueblo.
El 4 de enero fue un día muy bonito ya que el rey melchor y todos sus pajes fuimos visitando a todos los ancianos de villa nueva del arisca casa por casa y regalando les unos pequeños detalles que le hacían mucha ilusión y solo con mirarle a los ojos notabas toda la ilusión que todavía un anciano podía tener ese día acabe agotado y me acosté tempranito para que el día siguiente que era el mas esperado no estuviera cansado.
Me desperté el día 5 sin pegar ojo en toda la noche por lo nervios que me estaba causando este esperado día.
El reloj marco las 4 de la tarde y me empece a vestir con mi ropa de paje cuando termine me recojio una limusina impresionante con el rey y todos los pajes nos dirigimos hacia la cabalgata de donde salían todas las carrozas y cuando llegamos allí nos subimos a la carroza intentando no pisar todos los juguetes que había.
Salimos y empezamos a tirar juguetes y pelotas sin parar hasta que se acabaron y así sucesivamente todo el camino.
A mitad de camino fue lo mas emocionante paramos y nos bajamos en una asociación de niñas de villa nueva que son huérfanas.
Nada mas que entramos las niñas muy emocionadas algunas empezaron a saltar y otras a llorar.
Le regalamos muñecas y muchos regalos para que pudieran jugar como cualquier niña. Esa imagen tan bonita de las niñas emocionadas siempre la recordare.
Al final entramos tirando los últimos juguetes que quedaban y con un bonito espectáculo pirotécnico.
Sin duda la mejor navidad de mi vida y la mas bonita experiencia que se la recomiendo a cualquier persona.
Marta Moreno Romero 3ºA nº17
ResponderEliminarEra el año 1879, Tom estaba en la calle, luciendo el nuevo abrigo rojo que le acababa de regalar su padre. Se sentía muy abrigado y ya apenas sentía el frío de los numerosos copos de nieve que caían como algodón desde el cielo.
''Esta navidad no será como las demás'', pensó Tom.
Hacía seis meses que mamá había fallecido después de una larga y terrible enfermedad que la había obligado a estar en la cama durante casi un año. Aunque ella no estaba papá hacía todo lo posible para que la casa pareciera animada y alegre ya que había puesto muchos esfuerzos para que hubiera adornos navideños por cada rincón de cada habitación, aunque este añi el árbol no era igual.
Tom recordaba perfectamente cómo mamá hacía los adornos ella misma con lana de distintos colores. Hubo un año, la primera navidad de Tom en que le dió por decorar todo la casa de azul. Lo recordaba a duras penas, pero nunca se le olvidaría el momento en el que su padre lo subió en volandas y lo ayudó a colocar la estrella en lo alto del gran pino que ése año se encontraba en el centro del salón, al lado de la chimenea. Mamá empezó a aplaudir como una loca cuando vió el árbol terminado. Éramos muy felices.
Una lágrima cayó por la mejilla de Tom, su padre le colocó el brazo por los hombros y le ofreció un pañuelo a la vez le animaba a continuar su camino, que siempre había una luz al final del túnel. El silencio se mantuvo durante todo el trayecto de vuelta a casa.
Cuando llegaron, todo el suelo estaba lleno de pequeñas velas colocadas con delicadeza alrededor del árbol. Tom se asustó, pero no pudo ver la sonrisa que se dibujaba en el rostro de su padre mientras pulsaba el interruptor de la luz. El chico dió un salto de asombro cuando vió a sus abuelos saliendo de detrás del árbol, a sus cuatros primos pequeños surgiendo de debajo de la mesa y a sus tíos de detrás de la puerta.
''Puede que la vida a veces te dé la espalda, pero siempre habrá personas que te den el aliento que necesitas para continuar'', pensó mientras toda su familia corría a abrazarle y le deseaba una feliz navidad.