Nos disponemos a empezar un recorrido por la literatura barroca, y me gustaría que antes de todo mirásemos a nuestro alrededor para conocer algunos aspectos sobre el Barroco. Este estilo artístico se desarrolló durante el siglo XVII y gran parte del XVIII pero algunas de sus principales características cuajaron de tal modo en nuestra tierra que siguen presentes. Nos vamos a centrar en cuatro de ellas: la exhuberancia, los contrastes, las apariencias, y el teatro.
El Barroco es exhuberancia, el artista crea su obra recargándola al máximo; después del equilibrio y la sencillez del Renacimiento el Barroco busca complicarlo todo, hacerlo más llamativo y vistoso. ¿Dónde podemos percibirlo? Pensemos por ejemplo en nuestra Semana Santa, en los pasos que procesionan en esos días: los respiraderos, los palios y bambalinas, los candelabros, los mantos y faldones, los adornos florales, son todos elementos que buscan la complejidad: cuánto más decorados están más se valora y aprecia su riqueza artística y estética. No sólo las manifestaciones religiosas están impregnadas de elementos barrocos. Vayámonos a las ferias y fiestas que celebramos en nuestros pueblos; engalanamos las casetas con encajes y más encajes sobre los que se colocan todo tipo de adornos buscando de nuevo lo complejo y recargado; los típicos vestidos de flamenca aglutinan formas que se retuercen y colores que se entremezclan. Y qué decir de la fiesta taurina, barroca en cada detalle, desde los trajes a los cosos taurinos.
El Barroco fue también arte de contrastes y opuestos, quizás porque el siglo XVII se debatía entre los movimientos de avance y apertura, iniciados en el Renacimiento, y las doctrinas favorables a mantener las ideas tradicionales. ¿Acaso no es la nuestra una tierra de grandes contrastes? La alegría del carnaval da paso a la solemnidad y el recogimiento con el que preparamos los cultos cuaresmales, y vuelve después en ferias y verbenas; la propia Semana Santa mezcla en calles cercanas hermandades de negro y silencio con otras en las que la música y el jaleo son parte de su esencia; Triana y Macarena, ¿Betis ó Sevilla? En verano el sol y el calor nos empujan al frescor del agua del mar, disfrutamos con una cocina fresca y ligera, a base de gazpacho, aliños y pescaíto frito; en otoño buscamos los pueblos de las sierras, nos adentramos en sus bosques dorados y cobrizos y preferimos una gastronomía con guisos y carnes. ¿Chacina ó marisco?, ¿vino ó cerveza? Son sólo algunos ejemplos de las diferencias que nos acompañan en nuestra vida diaria.
En el siglo XVII el concepto de apariencia tiene gran relevancia social y cultural: no era tan importante qué era algo, quién era alguien, sino lo que aparentaban ser. Era una época de crisis económica, política, a nivel de valores, y la gente se negaba a aceptar la realidad; fingía que las cosas marchaban bien cuidando mucho su imagen. Recordad, por ejemplo, cómo a mediados del siglo XVI los amos de Lázaro de Tormes quieren aparentar una situación muy distinta a la que viven. ¿Pensáis que hoy día vivimos un momento y en un lugar en que las apariencias son importantes? ¿La sociedad actual, tan preocupada por la imagen y el poder, y las costumbres de nuestra tierra, tan dadas a etiquetar a las personas por su apariencia, nos permiten ser y mostrarnos como realmente somos ó nos llevan a aparentar algo diferente? Son preguntas que invitan a la reflexión y el debate, y que nos presentan una semejanza más con el Barroco.
¿Y qué decir del teatro? El siglo XVII marcó el éxito definitivo de este género literario, con grandes autores y obras. Y el teatro, está en la esencia misma de nuestro modo de vivir. Ya sea, por ejemplo, la forma de manifestar nuestra religiosidad, ya sea la manera de celebrar nuestras fiestas, siempre hay una serie de aspectos que las convierten en auténticos espectáculos de cara al exterior: hay ropas y comidas especiales, música y bailes tradicionales, ceremonias y actos concretos. Un desfile procesional en Semana Santa, las romerías campestres, las fiestas de la vendimia y patronales, las ferias de los pueblos, todos son acontecimientos que parecen escenarios teatrales en los que se muestra nuestra forma de entender la vida.
Exhuberancia, contrastes, apariencias, teatro, cuatro aspectos importantes del estilo artístico barroco que también sirven para describir cómo vivimos en esta zona de Andalucía.
Tras ver el Renacimiento, hemos iniciado el aprendizaje de una nueva etapa, no solo a nivel literario, sino en muchos otros aspectos, tal y como venimos haciendo este curso con las distintas épocas que vamos tratando. Esta nueva etapa es el Barroco.
ResponderEliminarPara tener una primera toma de contacto, nos hemos servido de esta entrada que comento, y de las ideas que en ella se plasman. Por ello dedicamos una clase a leer y poner en común el texto, para comprenderlo mejor.
Una vez concluida nuestra introducción al tema, continuamos tratando abiertamente, en el aula, las ideas impresas en nuestro libro de texto sobre el Barroco. Realizamos numerosas preguntas al profesor, observamos las imágenes de cuadros del libro para comprobar todas las nuevas ideas que iban surgiendo, y además, nos remitimos a la lectura de la sesión anterior. A causa de todo esto, comprobamos que las características barrocas, tales como la exuberancia, el teatro y los contrastes, siguen estando vigentes en la sociedad actual, sobre todo en la Andalucía.
En nuestra larga y tendida conversación, hicimos especial hincapié en una nueva característica reflejada en el libro, la importancia de las apariencias en el Barroco, algo también muy común entre nosotros.Llegamos a la conclusión de que las apariencias importan, sobre todo en una primera impresión, aunque no son determinantes, ya que de hecho podemos cambiar nuestro parecer sobre una persona si la conocemos de verdad.
Proseguimos comentando algunas anécdotas que comprueban esta teoría y cómo en nuestra tierra somos más dados a las apariencias que en otros lugares o países. El profesor nos narró algunas de ellas, las que le sucedieron durante sus viajes a Londres.Nosotros aportamos otras tantas.
Finalmente, hemos podido darnos cuenta de la realidad social del Barroco, sin quedarnos en las meras apariencias que transmite el movimiento artístico, sino ahondando un poco más.
Por otra parte hemos descubierto las muchas similitudes entre la forma de vida en la actual y la barroca.
En mi opinión, pienso que el modo de contemplar la nueva época y de entenderla es perfecto para asimilar su aprendizaje, una dinámica muy positiva.
POR ANA CAMPANO MADRID
POR ANA CAMPANO MADRID
ResponderEliminarEn estos días ponemos fin a nuestras clases de literatura. Las últimas se han centrado el Barroco, una época de gran importancia que merece ser comentada. Por ello, me dispongo a escribir en el presente comentario mi parecer sobre el desarrollo de las clases, didácticas en toda regla. Si es cierto que por falta de tiempo hemos prescindido de actividades que aportaban gran dinamismo a las sesiones matinales, como el juego de click2words o los proyectos de grupo, aunque no por ello la asimilación de los conceptos ha sido menor.
Llegado este punto, veo conveniente pasar directamente a exponer los dos géneros literarios que hemos estudiado,lírica y teatro, ya que la narrativa no tiene gran relevancia. No considero necesario repetir nuevamente las características generales de la época ya detalladas en mi anterior comentario.
La lírica adquiere un tono pesimista y desengañado, algo que refleja en sus temas. Conviven además dos corrientes:el culteranismo, cuyo máximo representante es Luis de Góngora, y el conceptismo, cuyo máximo representante es Francisco de Quevedo.
Ni que decir tiene que el género que destacaba por encima de todos en el Barroco era el teatro, por lo que fue sobre el que más nos explayamos.Conocimos a Lope de Vega, responsable del gran auge que experimentó el teatro por primera vez en su historia. También las características de este género, los temas y las formas que adoptó el texto teatral y los lugares donde pasaron a representarse las obras teatrales.
Por último, hicimos referencia la la vida de este autor que nos traía de cabeza. Gracias a su gran influencia, muchos dramaturgos españoles se sumaron a su escuela. Tales son Tirso de Molina, creador del personaje de Don Juan Tenorio, y Calderón de la Barca, entre otros.
Toda esta etapa de estudio habría de ser dura, sin embargo, ha resultado entretenida.Por mi parte, doy gracias a todos los compañeros por haber permitido que las clases se desarrollasen tan bien como lo han hecho.
Una vez más me ha parecido que se ha conseguido el objetivo, aprender de otra forma, adquirir los conocimientos por métodos distintos a los exámenes. ¡Enhorabuena!