Avanza el mes de Diciembre, se aproximan las cálidas fiestas navideñas, y parafraseando la popular canción Love is all around, todo a nuestro alrededor sabe ya a Navidad. En click2words nos disponemos a celebrar nuestro tradicional certamen de relatos navideños; estáis invitad@s a compartir en este blog imborrables recuerdos de una festividad tan entrañable y familiar. Como en anteriores ocasiones os dejo, a modo de ejemplo, mi propia historia y os invito a que disfrutéis también de las creaciones de vuestr@s compañer@s de cursos anteriores: las encontraréis en los posts Historias de Navidad e Historias de Navidad II, en la sección de Relatos Navideños.
La Bella Durmiente
Mi historia comienza en los primeros días de Junio varios años atrás. Navegando por internet entré en la página de un teatro londinense y leí sobre las distintas obras de su programa anual. De entre ellas me sedujo una en especial, el ballet La Bella Durmiente. Os parecerá una locura pero decidí comprar dos entradas para la representación que tendría lugar en Diciembre. Las entradas no me las enviarían a casa, sino que debía recogerlas en el propio teatro. ¡Ah!, olvido decir que entonces yo no estaba casado, ni tenía novia.
En los días posteriores pensé con frecuencia en quién me podría acompañar si finalmente viajaba a Londres para ver el ballet. ¿Quizás alguno de mis hermanos? ¿algún amigo? ¿alguien que todavía no conocía? Podría también regalarles las entradas a mis padres. En cualquier caso, el problema radicaba en el lugar de la representación: las entradas necesitaban de un par de billetes de avión y un sitio en el que alojarse. "Bueno, hay varios meses por delante, ya veremos qué pasa hasta entonces" pensé.
El viaje a la Navidad en Londres estuvo lleno de momentos y sitios inolvidables: luces, árboles, y decorados por todas partes; chocolate caliente junto a un Big Ben que marcaba las cuatro de la tarde bajo el cielo ya oscurecido; sandwiches y risas compartidos con ardillas, todos ateridos por el frío en el parque; trayectos en la planta de arriba de los autobuses rojos; sabrosas galletas de chocolate en el departamento de alimentos en Harrod's; o la preciosa pista de patinaje sobre hielo en Somerset House.
El sábado 9 de Diciembre amaneció frío y soleado. El metro nos llevó hasta la estación de Covent Garden, y un agradable y corto paseo a pie a la recepción del teatro, donde, atendidos con toda amabilidad, recogimos las entradas. Era todavía temprano, tuvimos tiempo de pasear por la zona y disfrutar de su alegre ambiente navideño, presidido por un gran árbol con bolas de todos los colores situado en la parte de atrás de la iglesia de St. Paul.
Cuando escribo estas líneas se cumplen seis años de aquel día. Antes de entrar al patio de butacas recorrimos diversas partes del teatro. A mí me gustaron mucho su fachada, de estilo neoclásico, y el gran espacio con paredes y techo de cristal en el que la gente tomaba algo antes de la representación. Ya en nuestros asientos estábamos embelesados por la grandiosidad del recinto, con aquel inmenso telón de terciopelo rojo que escondía miles de pasos y movimientos que en pocos minutos contarían un cuento de Navidad. Cuando el telón se abrió la belleza de los decorados y las primeras notas musicales de la orquesta hicieron que quien hoy es mi mujer y yo apretáramos nuestras manos ya cogidas.